Diego en mis pensamientos

A pesar de su divorcio, Frida nunca dejó de amar a Diego. Sabía que su exmarido jamás renunciaría a las aventuras con otras mujeres y que nunca iba a poder ser el esposo que ella anhelaba. Y sin embargo, Diego no iba a poder irse de su alma ni de sus cuadros: en este autorretrato lo pintó sobre su frente, entre sus cejas, en el lugar del tercer ojo, siempre presente. Frida viste el vestido de tehuana que a él tanto le gustaba, en un intento tal vez por recobrar su admiración. Alrededor de su rostro, toda la obra se llena de grietas, que simbolizan las marcas que dejó en su alma y en su mundo la separación de Diego.
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